Otro
caso real es de Alicia, ella se fue al Cuerno de África (uno de los lugares más
pobres del planeta) y siguió el mismo camino que Ana dejando atrás su buena
situación en España. Cuando la preguntamos: “¿Cómo fue tu experiencia en África?”.
Respondió: “Me sentí muy afortunada de poder aportar esa pequeña ayuda a las
mujeres de allí, porque están en una
situación peor que en nuestro país, allí todavía venden y cambian a las mujeres
como si fueran animales de compañía y trabajo, y claro, cuando vuelves a España,
valoras los pequeños logros que puedes aportar y eso te cambia la mentalidad”.
Cada
vez son más las personas, como Ana y Alicia, que intentan poner su granito de
arena para construir un mundo mejor y alcanzar esa pequeña “gran meta” de vivir
hombres y mujeres en igualdad de condiciones y oportunidades.
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